sábado, 9 de abril de 2011

AL VIENTO/ Viñetas




Casa sucia

     En Palacio los tienen entre ojos. No paran un minuto de hacer lo imposible para borrarlos de la faz de la tierra. Tienen los mejores estudios y los cuentos de sus espías en carpetas especiales con lo que hacen y no hacen esos hijos del demonio. Los tienen en la mira no sólo porque violan los derechos humanos, roban elecciones, ponen en bancarrota a sus países, espían a sus ciudadanos; torturan; asesinan niños, mujeres, ancianos y a todo el que tenga pinta de enemigo; hacen la guerra a los países vecinos, o a países lejanos; se pasan las leyes internacionales por el trasero, por lo que se ponen cada vez más fuera de la ley, porque creen que están sobre el bien y el mal, que están arriba de todo y de todos; y porque, de hecho, tienen todo el poder del mundo en sus manos manchadas de sangre y de otras calamidades. No tienen que mirar muy lejos, en todo caso, en la casa en cuestión: ellos son el armagedón; éste lo anuncian a diario, como una propaganda diabólica, para tener a sus ciudadanos, y de paso al mundo entero, con el alma en un hilo. En suma, los tiranos, son un gran peligro para la humanidad y para los valores occidentales, orientales, del sur, del norte, de los cuatro vientos. Por una cosa de moral los quieren exterminar como a ratas si pudieran, pero en Palacio todo les está saliendo al revés. Como ejemplo está la guerra que los está volviendo más locos de lo que son: no ha mucho el ‘gran’ jefe  reconoció la derrota pasándole la solución del conflicto al próximo presidente. Podemos deducir que los demonios no son los otros, están en la propia casa del dictador que robó las elecciones, sigue hundiendo a su país económica y moralmente, y dándole miles de millones a sus amigos y a las corporaciones que lo pusieron como el títere que es para robar con guante blanco los impuestos y el alma de los ciudadanos. Por lo que no hay que mirar muy lejos ni mirar la paja en los ojos ajenos: el enemigo lo tenemos en nuestra casa y pocos se han dado cuenta. La Casa Blanca hace tiempo dejó de ser inmaculada. Lo malo de todo es que no hay cómo cambiar el orden de las cosas ni la derrota–léase el derrumbe del país– que se viene peor que el reportaje de una muerte anunciada escrito hará años.

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